22/10/10

La belleza de la suciedad

La belleza, en cuanto perfección, debe ser plana, superficial. No puede mostrar ninguna variación, ninguna duda respecto de sí. La belleza así entendida es tan fría como un mausoleo, su forma está acabada. Es contemplada. Es un espejo.

Con esto quiero decir que también debemos aprender a ver la belleza de las cosas viejas y usadas. Como dice el dicho, “la belleza está en los ojos de quien mira”.

La suciedad además de belleza posee hondura.  No es que sea profunda, eso es otra cosa, sino que posee grosor. Tiene múltiples facetas. Sobre su sección de han amontonado múltiples razones. Contiene siempre un poco de esa extrañeza, inconsciente, no buscada. De ella misma se saca con que borrarla y rehacerla. El paso de los años va dejando su huella, suciedad y suciedad que se amontona y va pesando cada vez más.

Para ilustrar toda esta teoría os muestro el nuevo trabajo del fotógrafo Ian Ference. Se trata de una fotodocumentación de edificios abandonados de Nueva York y alrededores, principalmente manicomios. Ha estado trabajando en él desde el año 2003 y para el que le interese aparece en el portfolio de su página web.







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